domingo, 19 de agosto de 2012

Película Brazil (1985) de Terry Gilliam




La película Brazil guarda una serie de similitudes con las películas futuristas y distópicas de 1984, Metrópolis y Tiempos Modernos. Se trata de una sociedad completamente automatizada, represiva y burocrática. Esta última característica es resaltada por medio del humor negro y del sarcasmo, pues en las situaciones más trágicas las personas deben firmar recibos y seguir procedimientos.
El gobierno represivo y vigilante de todas las acciones de los ciudadanos, se supone se preocupa por la “transparencia” de la información y de la lucha contra el “terrorismo”. Al principio de la película un alto funcionario dice en la televisión que “en una sociedad libre la información es el camino”. Mientras que en el Departamento de Recuperación de la Información la recolección de esta se lleva a cabo de la manera más corrupta y violenta, incluso lo que desencadena toda la problemática de ese mundo mostrado es el incidente de una mosca, la cual cae en un teletipo y altera la información, al darse cuenta que han cometido un error, lo único que interesa es ocultarlo, pues el sistema es tan “perfecto” que nunca comete errores.
Por otra parte, la preocupación principal del gobierno es la lucha contra el terrorismo –cualquier parecido con actualidad es mera coincidencia- sin embargo, el gobierno mismo es el ente más bárbaro, cruel y terrorista de todos. El Departamento de Recuperación de la Información es una unidad que se encarga del espionaje, de buscar terroristas donde no los hay o inculpar a los ciudadanos delitos inventados. Es a la vez un centro de tortura. Los personajes están formados para torturar, hacer sentir dolor, herir, lastimar psicológicamente y matar en último caso.
Los medios de comunicación que están completamente al servicio del poder, se encargan de reforzar la idea del miedo, como señala Carlos Taibo “Se han utilizado las estrategias como la creación del miedo, la extensión del universo carcelario y de las guerras, la búsqueda de crisis y catástrofes y atentados contra las democracias”. De hecho el personaje principal, Sam lowry se queda sin respuesta cuando Jill lo increpa sobre el terrorismo y le dice: “¿Cuántos terroristas conociste? ¿Terroristas de verdad?”.
La sociedad de esa época nada es lo que parece, en este caso Sam Lowry es el equivalente a Winston Smith en la novela de Orwell, 1984, ambos representan a los personajes transgresores de esas sociedades a las cuales no se pueden adaptar, porque saben que lo que está pasando no es correcto ni humano. Como desafiaron las reglas, cuestionaron el sistema, son considerados peligrosos, en el caso de Sam un terrorista por esa razón es perseguido y torturado.
Si nos detenemos un momento a analizar la cotidianidad de esa sociedad encontraremos costumbres y personas terribles. Primeramente, el gobierno influye violentamente en la ideología de las personas, y esto se ve reforzado por la publicidad pegada en las paredes de las calles, transmitida por los medios de comunicación y por los conductos. Es una sociedad industrial, reprimida, triste, violenta, los niños siempre juegan con armas a la tortura, a la guerra y a matar. La comida que se sirve en los restaurantes es un puré con sabor al alimento real y lo único real es la fotografía. La superficialidad es una característica muy presente, la madre de Sam la encarna muy bien, su única preocupación es su físico y por lo tanto las cirugías plásticas.
En medio de esas características, Sam opta por el camino del amor y en los sueños para salvarse, al igual que los personajes principales de las películas mencionadas al principio. De hecho, en ocasiones se confunden los dos mundos, la realidad y la fantasía de los sueños. Sin embargo, al final, al igual que en 1984, los amantes son separados, torturados y Sam termina loco, es la única salida, la única salvación a ese mundo espantoso en que le tocó vivir.
Es interesante que las acciones que pasan en la película, como corrupción, conspiración, espionaje, violencia, tortura, guerra y terrorismo de estado se parece mucho al mundo que vivimos en la actualidad y que ha sido así especialmente después de la Segunda Guerra Mundial.  Carl Amery señala lo siguiente: “En realidad, muchos de los descubrimientos, ideas, conceptos, prácticas y procedencias acuñados por los nazis se practican y aplican en la realidad. Las potencias que ayudaron en la reconstrucción de Europa, especialmente los Estados Unidos se han apropiado de estas ideas y prácticas”.  En realidad, en muchas maneras, la película es un espejo de lo que estamos viviendo.




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